Hasta ahora no había puesto música en la nueva instalación de Lubuntu, así que hoy me he llevado una desagradable sorpresa. Resulta que he visualizado un vídeo de YouTube y me ha extrañado no escuchar el audio. Como era un vídeo de demostración de una funcionalidad de Ubuntu, he pensado que quizás el autor no había grabado nada de audio. Pero en un determinado momento la banda sonora del vídeo ha cobrado vida. Y a un volumen atronador. En mis Sennheiser. ¡¡En mis oídos!!
Me he arrancado los auriculares de cuajo y he comprobado que el indicador de volumen estaba casi al mínimo (un 2 o 3 de 10, para entendernos). Al cabo de un rato, con otro de vídeo de YouTube, de nuevo el volumen a toda leche. He conseguido bajar el volumen a través del control del reproductor. Pero aquí he empezado a sospechar que algo no iba muy bien en Lubuntu.
Me he arrancado los auriculares de cuajo y he comprobado que el indicador de volumen estaba casi al mínimo (un 2 o 3 de 10, para entendernos). Al cabo de un rato, con otro de vídeo de YouTube, de nuevo el volumen a toda leche. He conseguido bajar el volumen a través del control del reproductor. Pero aquí he empezado a sospechar que algo no iba muy bien en Lubuntu.
Después de buscar y probar varias cosas, estoy sin audio (ni auriculares ni altavoces integrados en el portátil).
Lubuntu pretende formar parte de la familia de Ubuntu. Esa familia tiene como objetivo, en mi opinión, acercar Linux al usuario base: aquel con unos conocimientos informáticos básicos, orientado a utilizar el ordenador de la misma manera que utiliza el móvil; llamar, enviar mensajes de texto, y quizás alguna cosita más, como activar el Bluetooth para emparejar el terminal con el manos libres del coche o cambiar el tono de llamada por el politono de moda. Es decir, ejecutar aplicaciones ofimáticas y navegar por internet, además de ver contenidos multimedia o de traspasarlos a su reproductor portátil.
No creo que Ubuntu pretenda que un usuario de este tipo tenga que andar actualizando ficheros de configuración o probando módulos del kernel para solucionar un problema tan sencillo, al menos a priori, como el de poder escuchar música en su portátil a través de los auriculares.
Pero lo peor no es que este error se produzca; el problema es que no esté documentado cómo solucionarlo. Peor aún, que no se informe -o que no sea fácil encontrar- de que es un error conocido en el que se está trabajando, por ejemplo.
Porque hay otro tipo de usuario, alguien a quien no le detiene un problema de este tipo y se lanza de cabeza a Google y busca información. Un usuario que abre terminales, y modifica los ficheros de configuración. Este tipo de usuario entusiasta, el que acepta estos problemas y los convierte en retos, es precisamente ese amigo informático que soluciona no sólo sus problemas, sino también, muchas veces, el de sus conocidos. Es a través de estos usuarios entusiastas, y gracias a ellos puede ganar popularidad un sistema como Ubuntu. Aquel que no sabe ni qué es un sistema operativo acude a estos usuarios entusiastas y acepta sus recomendaciones, pues saben que tendrán que recurrir a ellos cuando tengan problemas con el ordenador.
Pero si el usuario entusiasta es incapaz de resolver problemas como éste, no creo que eso le motive a seguir utilizando ese sistema operativo. ¿Qué hará cuando surja un problema de verdad?. ¿Quién quiere utilizar un sistema operativo que no es capaz de detectar si he conectado un auricular, que no deja de ser un trozo de metal? No quiero ni imaginar lo que debe ser intentar solucionar un problema con una webcam, por ejemplo.
Este es, poco más o menos, el escenario con el que me he enfrentado esta tarde. Buscando en Google, leyendo foros, editando archivos de configuración, reiniciando el ordenador... ¿Qué diferencia hay con los problemas de drivers en MS Windows?
Cada vez más el sistema operativo -al menos para mí- tiene menos importancia. Al fin y al cabo, cada vez paso más y más tiempo dentro del navegador, utilizando aplicaciones online. Mi ecosistema digital no ha crecido demasiado durante este tiempo, aunque sin duda se ha consolidado.
Lubuntu no está a la altura -al menos en mi experiencia- de lo que le pido a un sistema operativo. No estoy hablando de la suspensión o hibernación -nunca ha funcionado en ninguno de los portátiles en los que he instalado Ubuntu- que ya sería preocupante a estas alturas, sino cosas como esos pequeños problemas que debería haber sido erradicados -o en el peor de los casos, documentados- desde hace tiempo.
Windows ha mejorado mucho -especialmente con la llegada de Windows 7- y funciona. Por primera vez los requerimientos técnicos de una nueva versión de Windows no son superiores a los de la anterior. Pero no sólo éso; la sensación general de los usuarios es que Windows 7 es mejor. Desde un punto de vista personal, no he tenido que instalar drivers del fabricante en ninguno de los equipos en los que he instalado Windows 7. Quizás no tenga habilitados los efectos 'Aero', pero no es algo realmente importante para mí. Sigue siendo un sistema cerrado y en demasiadas ocasiones he sufrido en mis carnes la filosofía proteccionista de Microsoft con respecto a un usuario que, lejos de ser dueño de su propio sistema, Microsoft pretende controlar con UACs y un sistema de gestión de permisos simplemente extraño: eres administrador por defecto, pero no tienes control sobre todo... Un sí pero no que al que no le encuentro la lógica.
Ineludiblemente, Windows y virus son dos términos que van de la mano, así que hay que tener, sí o sí, un antivirus instalado: un proceso más que está ahí, mermando la capacidad del ordenador.
Por todo ello miro cada vez con más cariño a los ordenadores de Apple. Como he dicho antes, mis necesidades cada ves están mejor cubiertas por aplicaciones en la nube, así que la potencia no es un factor decisivo. Si ahora mismo puedo utilizar un Centrino con 1GB de RAM para todas mis necesidades, cualquier modelo de ordenador actual diría que excede mis requerimientos de hardware (a excepción, quizás, de los Intel Atom). Mi viejo iPod Mini 4GB todavía sigue dando guerra, aunque la batería ya no aguante demasiado. Su funcionalidad sigue intacta. Si un ordenador made in Apple me da la misma rendibilidad, sin ninguno de los problemas que he tenido con alguno de mis HP, por poner un ejemplo, habrá sido una gran inversión.
Ese es mi mayor pero en estos momentos: el precio. Aunque mi escala de valores está cambiando y mi tiempo es cada vez más valioso. Tiempo que no quiero invertir en intentar solucionar problemas que, para empezar, no deberían ni darse.
Ahora tengo varias opciones: instalar Ubuntu (que sin duda, es mucho más robusto y mejor documentado que Lubuntu) o volver a Windows (7 o XP).
Otra opción es liarme la manta a la cabeza y probar algo diferente; quizás un hackintosh a ver qué tal, aunque me da un poco de miedo el tema de los kext -el equivalente de los drivers para Mac. Parece que todo funciona más o menos, excepto la PCMCIA. Y como dependo de ella para los puertos USB, la cosa pinta mal (los puertos USB integrados en la placa dejaron de funcionar, la primera vez, una semana antes de que expirara la garantía, y la segunda vez, un par de años después...)
De momento, hasta el próximo fin de semana -o cuando pueda dedicarle otro ratito- el equipo se queda con este Lubuntu mudo.
Ya te contaré cómo sigue la historia de este NC6000.
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